Vámonos a Panamá

Por: Luis Guillermo Pilonieta Linares

Cuando nos recordamos del histórico discurso de Choquehuanca pidiéndole a Bolívar que se levante sobre las montañas e ilumine a los gobernantes de América para que nunca se cansen  de creer en nuestros ideales y eviten convertirse en caracoles de la megalomanía, estamos poniendo de manifiesto, la afirmación de que la política se parece a la moda porque al no tener nada nuevo simplemente se repite, pero al reciclarse esta vez notamos que tiene un nuevo contenido como el narcotráfico, el lavado de dinero, la exportación de cerebros cultivados, el indebido uso del discurso  patriotero, la amenaza del bombardeo con diez millones de firmas obtenidas mediante la oferta del despido, la inmovilización laboral o la expulsión estudiantil.
En aquella época no existía la figura del defensor del pueblo y como en este momento está presente, debemos desaparecerlo poniéndolo a mirar para otro lado cuando se les niega el empleo por no firmar, o se les bautiza como traidores o cobardes a los que hagan uso de su libertad de conciencia porque no hay autonomía de poderes debido al clima de descomposición política que vivimos en Venezuela.

Pero eso no importa porque en este fin de semana tendremos el interés de todo el mundo radicado en la VII Cumbre de Panamá,  donde se pretende montar un show con una supuesta guerra de firmas no auditadas para defender la honorabilidad de siete funcionarios, agredidos por tener cuentas bancarias con cantidades de origen desconocido en los bancos del odiado imperio.

Pero como esta parte del espectáculo no está en la agenda y se encuentra minimizado por el acto del circo itinerante cuando Obama y Raúl anuncien el acuerdo Diplomático para el establecimiento de las respectivas Embajadas como gesto simbólico que copará los espacios en los medios publicitarios de todos los países concurrentes, tratando de despejar hasta  donde  llega el compromiso de cada gobierno al saber que la agresión no es contra Venezuela sino contra los funcionarios que no han logrado legitimar el origen de las cantidades depositadas o contra aquellos que han presentado pasaportes Diplomáticos de Venezuela sin saber hablar el idioma castellano a los cuales se les ha negado el ingreso.

Bolívar estableció una nación en democracia y libertad, soberana, dueña de su destino y propietaria de sus riquezas, luego sería un grave error y una postura imperdonable de nuestros dirigentes si aceptan que Venezuela sea sometida a los diferentes cambios de sus estructuras políticas porque la solidaridad internacional no puede significar dependencia ni complicidad, como tampoco hipoteca de nuestras libertades y las dádivas como instrumento de adherencia tarifada con miras a la construcción de bloques ideológicos en detrimento de la libertad de los países, recordemos que el sentimiento de libertad es inherente a todos los Venezolanos y no podemos abandonarlo porque debemos ser libres expulsando a todos los invasores.

En Venezuela tenemos una democracia imaginaria, producto no de un proceso electoral libre sino de un enfrentamiento entre David y Goliat que condujo a la sorpresiva ganancia del perdedor que obtiene mayoría con menor cantidad de votos y peyorativamente argumenta que se trata de una mitad mayoritaria y de otra mitad minoritaria lo cual solo tiene cabida en una mente desquiciada capaz de imaginar la posibilidad de una guerra asimétrica y se vale de este artificio para  evitar la práctica de una auditoria de gestión en la cual  se demostraría que necesitamos un cambio de rumbo urgente y sin  retorno.